miércoles, 17 de julio de 2013

Capítulo II
            Era miércoles, Emily se estaba preparando para dirigirse al “sector rico”.
-Y… ¡listo! Mamá ya podemos ir-gritó la mujercita.
-Espera me falta mi sombrero- Juliana, su madre salió de su habitación, se veía radiante llevaba un traje rojo granate y unos tacones negros acompañados por un sombrero a juego, pero lo más impactante de éste atuendo era su collar resplandeciente el cual en el centro poseía un diamante.
            Estuvieron un rato largo caminando hasta que Emily divisó un vestido azul marino, con detalles plateados, y por lo que vio no era muy caro.
-Por favor mamá quiero ese.
-Bueno pero si te compro ese no podremos comprar los zapatos.
-No importa eso.
            La niña se miró en el espejo, giró y se tumbó en la cama, todo era perfecto. De pronto, alguien tocó la puerta, era un mensajero del alcalde, el cual venía a buscar a la niña por encargo de Cecilia. Al llegar Cecilia abrió la puerta e hizo pasar a la niña, la mujer tenía algo diferente, en su cuello llevaba un collar de esmeraldas verdes, pero Emily no le tomó importancia.
-Te llamé porque debo contarte algo. Esta fiesta que daremos es una tradición dada todos los años en el atardecer número doscientos del año, cuando………-Cecilia fue interrumpida.
-Señora necesitamos de su presencia Anabela fue atacada por su perro Mateo, está urgente- exclamó un mayordomo de aspecto impecable.
-Ya regreso.
La mujer se retiró del salón y Emily quedó pensando ¿Cuándo qué? ó ¿Cuándo quiénes? Solo Cecilia le podría responder. Al cabo de un rato Joaquín apareció.
-Hola Emily, disculpa lo de mi madre, fue mi perro debía irse urgente.

-Descuida no me molesta.- La niña lo miró a los ojos, estos brillaron, se volvieron verdes y rápidamente otra vez celestes.
-¿Por qué esta familia es tan rara?- pensó.

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