Capítulo
I
Hacía tiempo ya que vivía en
París, nada había cambiado y mi rutina era igual todos los días. Me levantaba
desayunaba y me iba al mercado, allí compraba pan, algunas frutas y, con el
permiso de mi madre, algo dulce. Era martes casi mitad de semana me desperté,
deesayuné, y como siempre me dirigí al mercado, era un lugar muy feo, por lo
menos a donde me dirigía diariamente ya que la parte más linda era de los ricos
y yo definitivamente no pertenecía a ellos mi madre me decía que éramos humildes,
pero sin escasés de recursos.
-Hola señor Humptded.
-Hola Emily, toma pan recién
sacado del fuego, lo guardé para ti, aunque no fue mucho esfuerzo hoy no vino
casi gente al puesto.
-Qué lástima para ti, pero no
hay mal que por bien no venga…
-Muy cierto querida. Necesito
un favor- exclamó el señor Humptded, un humilde mercader muy amigo de Emily.
-Lo que desee, se lo debo por este tan rico pan-
-Bueno, la esposa del alcalde, Cecilia, me encargó un pedido
especial para la fiesta que dará dentro de dos semanas, lo que necesito es que
lleves el pastel a su hogar-
-¿No se pondrá feo con tanta anticipación?
-Yo sé lo que hago.
Emily se dirigió hacia la casa
del alcalde, al entrar vio un bello diván verde con espirales dorados y a su
lado una mesita ratona donde descansaba una frutera llena de un extraño polvo
dorado.
-¡Cuidado!-exclamó una voz.
La niña levantó su mirada y enfrente a ella estaba parado un
chico de ojos celestes como el agua y cabello castaño, llevaba puesta una
camisa y pantalones, parecía un chico como cualquier otro.
-¿Puedo ayudarte?
-Eh, no importa venía a dejar este pedido para la fiesta que
habrá…
-Claro, soy Joaquín, ¿vos cómo te llamás?
-Emily.
Joaquín acompañó a Emily a la cocina donde dejaron la torta,
un rato después Cecilia llegó. Era una señora de aspecto muy elegante, llevaba
un vestido celeste revestido en pequeños detalles de oro, en su cabeza lucía un
hermoso recogido, sus ojos eran verdes y su piel parecía porcelana.
-¿Trajiste el pedido?
-Claro, lo dejé sobre la mesa, ahora si me disculpan debo
irme.
-Esperá, ¿querés venir a la fiesta? Es el martes, al
atardecer.-dijo Joaquín
-Claro-dijo la niña emocionada.
Emily se
fue, al llegar a su casa le contó a su madre.
-Lamentablemente no creo que puedas ir, no tienes el atuendo
adecuado.
-Pero mamá por favor hagamos un esfuerzo y compremos un
vestido, el más barato que veamos.
-Está bien.
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